jueves, 1 de noviembre de 2018

El consumo tradicional de pescado en Madrid



No es un secreto que en las zonas de interior el consumo de pescado era menor que en la costa y se centraba en determinadas especies. El caso de Madrid es paradigmático.

Aunque fue elevada como sede de la Corte por Felipe II, la capital de España empieza a ser una gran ciudad a partir del siglo XVIII. Tradicionalmente, el consumo de pescado se cubría a través de dos vías: truchas u otros pescados de río que se conseguían en los alrededores o pescados frescos que se salaban. No hay que olvidar que el consumo de pescado en Madrid era claramente minoritario y, de hecho, localidades de la provincia como Meco tenían bula papal para comer carne en Viernes Santo por las dificultades para proveerse de otros productos.

No obstante, algunos grupos sociales se configuraron gracias al comercio de pescado entre Galicia y Madrid. Este fue el caso de los maragatos, situados aproximadamente a mitad de camino, que se dedicaban a la arriería y que traían el producto desde el puerto de A Coruña hasta la capital de España.

El consumo masivo de pescado en Madrid data del siglo XIX y el protagonista absoluto es el bacalao en salazón. Este era el alimento que se podían permitir las clases trabajadoras, de ahí que las tabernas de la ciudad se especializaran en frituras de este pescado como los soldaditos de Pavía. Las frituras de bacalao eran relativamente baratas y accesibles a las clases trabajadoras, además de tener la capacidad de calentar durante el frío invierno.

Solo durante el siglo XX, con la mejora de los métodos de refrigeración y de transporte, se pudo enriquecer la dieta de los madrileños. Aparecieron otros pescados frescos que se podían consumir en perfectas condiciones.

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Fuente de la imagen: https://pixabay.com/en/madrid-building-architecture-385104/

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